EL TAO DE DORMIR

Barcelona, 30 de junio de 2005
Palabras a Mí mismo
Mi lucha por convertirme en persona
Releo el inicio de un libro sobre el TAO, el silenciosos Tao y empieza:
LA FILOSOFÍA CHINA EN POCAS PALABRAS
Un amigo matemático – por cierto, Raymond Smullyan, el que escribe, es también matemático - me decía hace poco, que un matemático amigo suyo cada día “hacía una siesta”. Yo nunca hago siestas. Pero a menudo me duermo leyendo; lo cual es muy distinto que hacer deliberadamente una siesta. Soy más parecido a mis perros Peekatoo y Trixie, que a mi antiguo amigo matemático. Ellos nunca hacen la siesta; simplemente se duermen. Se duermen en cualquier parte y en cualquier lugar (lo que, por cierto , ocurre casi siempre). Por tanto estos perros son verdaderos Sabios.
Creo que de esto es de lo que trata realmente la filosofía china; el rostro es mera elaboración. Si puedes aprender a dormir sin hacer la siesta, te convertirás también en un Sabio. Pero si no puedes, te darás cuenta de que no es algo tan sencillo. ¡Exige disciplina! Pero disciplina de estilo Oriental, no Occidental. La disciplina Oriental te permite dormirte en lugar de hacer la siesta; con la disciplina Occidental ocurre lo contrario. La disciplina Oriental te entrena para “permitirte” dormir cuando tienes sueño; la disciplina Occidental te enseña a forzarte a dormir, tengas sueño o no. Si fuera Lao-Tse, añadiría la máxima siguiente, que considero la quintaesencia de la filosofía taoísta:
El Sabio no se duerme porque deba,
ni siquiera porque quiera,
sino porque tiene sueño.
Sobre el Tao en el Tao Te King:
Hay algo borroso e indistinto
Anterior al Cielo y a la Tierra.
Pero en su seno contiene formas,
Sereno pero siempre en acción.
Nada hace, pero todo se hace gracias a él.
No se vanagloria de sus logros.
Ama y nutre todas las cosas, pero no las domina.
No sé su nombre: lo llamo Tao.
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¡El Tao no tiene Forma y es Impreciso!
¡Está Oculto, es Misterioso y Oscuro!
¡Es el Origen de todas las cosas!
Innominado, el Tao es el Origen
Del Cielo y de la Tierra.
Nombrado, es la Madre de todos los Seres.
SER COMO UN ESPEJO
La mente del Sabio es como un espejo
Que refleja todo el Universo
Chuang-Tzu
No pretendo ser un Sabio. Admiro a los Sabios, amo a los Sabios, pero, por desgracia, todavía no soy un Sabio. Pero, Dios mío, ¡Soy como un espejo! Tal vez no en el anterior sentido taoísta, pero sí en mis relaciones con los demás. Simplemente he observado, tras larga experiencia, que prácticamente cada persona con que me pongo en contacto parece ver en mí ¡sus propias características! La gente más hostil que conozco, me dice lo hostil que soy, la gente más maja que conozco, me dice lo majo que soy, la gente honesta confía en mí y me dice lo auténtico y sincero que soy: la gente hipócrita y embustera me dice que, fundamentalmente, soy insincero y un grandísimo hipócrita; la gente brillante me confirma lo brillante que soy, la gente estúpida me dice lo estúpido que soy, etc.
¿Por qué? Una posibilidad es la de que soy un espejo. Sencillamente reflejo las propias almas en el rostro de las personas. Pueden existir, sin embargo, otras explicaciones. Tal vez me asemejo más a un camaleón y, sencillamente, adopto las características de aquellos con quienes estoy. Por ejemplo, evidentemente me siento más hostil en presencia de una persona hostil, más egoísta en presencia de una persona egoísta, más generoso en presencia de una persona generosa, etc. Una persona brillante, evidentemente, me estimulará para que alcance la cúspide de mi brillantez. Pero en esta hipótesis del camaleón, algunos casos fallan. Por ejemplo, una persona estúpida no me introduce en un estado de estupidez, una persona deshonesta no me hace sentir mínimamente deshonesto, una persona hipócrita no me hace sentir hipócrita. Esta hipótesis, en el mejor de los casos, según mi opinión, es una verdad parcial.
Existe otra hipótesis que agradará a algunos psicólogos. Digamos que soy tan egocéntrico, que mis juicios sobre las otras personas están básicamente condicionados por el juicio que tienen de mí. Por ejemplo, cuando alguien me dice lo hostil que soy, pienso:¡Qué juicio más hostil! Debe ser una persona muy hostil! O cuando me dice que soy brillante “Qué brillante que es al saber como soy”, o cuando se me dice que soy estúpido, “Qué estupidez de su parte no reconocer mi inteligencia”, etc. Esta hipótesis no sugiere que soy como un espejo, sino más bien como un anti-espejo (¡Signifique lo que diantre signifique!). Lo divertido es que algunas personas que conozco sugerirían de un modo firme esta hipótesis, la de que el fenómeno que describo surge fundamentalmente de mi propio egocentrismo. ¡Pero dichas personas son en sí mismas muy egocéntricas! En realidad, considero que esta hipótesis tiene ciertos elementos de verdad, pero no demasiados. La razón por la que principalmente la rechazo, es que cuando alguien me adjudica una cierta característica, no solo soy yo quien ve la característica en él, sino que prácticamente todos los que nos conocen a ambos me aseguran que, de hecho, posee dicha característica. Por lo que no es irrazonable concluir que la posee.
Vuelvo a la hipótesis de que soy un espejo. Evidentemente, me siento como un espejo. Y, en cierto sentido creo que estoy reflejando el universo entero.
Es tarde, las 4:25 de la madrugada, pero estoy feliz, sintiéndome como un sabio Taoísta que se sienta tranquilamente junto a un río, tal vez con un libro de poemas, un vaso de vino y algunos artilugios para pintar, disfrutando del Tao a su gusto, sin tan siquiera preocuparse de si éste existe. El Sabio no necesita afirmar al Tao; ¡está demasiado ocupado disfrutando de Él!
Extractos y comentarios del Silencioso Tao
Escrito por Raymond Smullyan
Reflexiones de un científico
Al otro lado del espejo
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